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En el centro del huracán I Protagonistas & Canal CEO

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9 julio 2025
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Raquel proporciona una iniciación a la técnica para poder girar en conexión con uno mismo, lo cual moviliza todos los recursos de atención a una respiración determinada y al movimiento, de manera que la mente tiene que detenerse por fuerza, porque de otro modo es imposible realizar el ejercicio correctamente. 

Siendo esto suficientemente sugerente, y tras probar su efectividad y beneficios, me llamó especialmente la atención el hecho de que uno, a pesar de dar muchísimas vueltas, incluso a velocidad, no se marea. De hecho marearse es señal de que se está perdiendo la concentración, y por lo tanto es una manera de detectar que hay que volver al centro, porque el centro físico de los giros, donde la persona se mantiene erguida girando, es como el ojo del huracán, un lugar donde reina la calma, y, aunque pueda parecer sorprendente, un espacio de quietud mientras todo gira alrededor: los pensamientos, e incluso el mundo.

No solo es una técnica poderosa que genera todos los beneficios ya conocidos de la meditación, tan de moda hoy en día incluso en Occidente, sino que representa la oportunidad de parar en medio del frenesí que nos hemos creado como sociedad. Me gusta la posición que uno adopta como observador en el centro del huracán de acontecimientos, comportamientos, del propio tiempo.

¿Dónde está tu ojo del huracán?

Cuando nos dejamos arrastrar por la marea que nos rodea, por las agendas espurias de otros, por la desazón que siembran los medios, por el caos que asola la política, por la falta de control y el histerismo colectivo, perdemos pie y nos mareamos, y por lo tanto mermamos nuestra capacidad de observar, analizar adecuadamente y pensar con solvencia.

Si se quiere actuar, decidir, comunicar, o simplemente estar en el mundo desde una posición óptima, es imprescindible encontrar ese lugar alejado del ruido, de la manipulación, la vorágine. Ese lugar no está en una cueva de ermitaño, ni en una isla desierta, sino en el ojo del huracán.

El que ha asumido la noble tarea de liderar o influir sobre otros, o el que lo está haciendo aunque no lo haya asumido, debería preocuparse, y mucho, de tener identificado ese lugar y situarse dentro de él el mayor tiempo posible, pues eso le ahorrará muchos dolores de cabeza, a él y a todos los que estén bajo la dirección de su batuta.

Ese espacio es natural a todo ser humano porque ahí somos nosotros mismos; solamente tenemos que recordarlo y mantenernos e él, pues que serán muchas las ocasiones en que nos intenten sacar del mismo. Es relativamente fácil, si se quiere, saber cuándo lo hemos abandonado, pues nos sentiremos mal de algún modo. Es ineludible reconocerlo cuanto antes y retomar la posición. El mundo podrá girar enloquecidamente, pero no nos volverá locos.

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