En el mundo organizativo y en la vida cotidiana, nos enfrentamos constantemente a dos conceptos que, aunque relacionados, tienen una diferencia crucial: la incertidumbre y el riesgo. A menudo los utilizamos de manera intercambiable, pero comprender sus distinciones es fundamental para tomar decisiones y gestionar eficazmente cómo afrontamos dichas situaciones.
La incertidumbre se refiere a la falta de previsibilidad y predictibilidad o a la imposibilidad de conocer el futuro con certeza. Hace más de un siglo Frank H. Knight, economista estadounidense, se refería a ella como a situaciones en las que no se pueden calcular las probabilidades de los eventos futuros debido a la falta de conocimiento.
En contraste, el riesgo es la probabilidad de que ocurra un suceso no deseado o de que los resultados de una acción sean peores de lo esperado. En este sentido, el riesgo está vinculado a situaciones en las que conocemos las variables y podemos calcular sus posibles impactos.
Entonces, ¿cómo debemos actuar frente a cada uno de estos escenarios? ¿Cómo gestionar nuestros comportamientos frente a la incertidumbre y el riesgo?
Cómo actuar frente a la incertidumbre
A lo largo de mi carrera, he descubierto que cuando nos enfrentamos a lo incierto, debemos adoptar ciertos comportamientos que nos permitan navegar con éxito. Aquí están algunos de los que os recomiendo:
Tolera el fracaso. Uno de los mayores aprendizajes vitales ha sido aceptar que el error forma parte del proceso. Recuerda, el fracaso no es el fin, sino parte del éxito.
Sé flexible y desarrolla tu capacidad de adaptación. Si eres demasiado rígido en el camino y en la toma de decisiones, estas limitando tus capacidades. Debes tener una mentalidad abierta y estar dispuesto a cambiar. Recuerda, cuando no podemos controlar el viento, lo que podemos es ajustar la dirección de las velas.
Sé proactivo. Que la incertidumbre no te bloquee y paralice, haz y haz con cabeza. Recuerda, toma la iniciativa.
Mantén la calma y gestiona tus emociones. Cuídate y que el cortisol no conquiste cada minuto de tu día. Recuerda estimular tu serenidad.
Y, sobre todo, sé persistente. Como se suele decir “quien la sigue la consigue”, debes de ser persistente y automotivarte, siempre con visión y foco. Recuerda, persistente no quiere decir cabezón.
Cómo actuar frente al riesgo
El riesgo, aunque desafiante, es más manejable que la incertidumbre, porque podemos identificar y analizar ciertos factores. Aquí te dejo mis recomendaciones sobre cómo afrontar el riesgo con inteligencia:
Ten coraje y sé valiente. Debes de tomar decisiones, aunque sean difíciles, pero siempre basadas en un análisis consciente de las posibles amenazas y beneficios. Recuerda, la valentía no implica no tener miedo, sino ser capaz de tomar decisiones.
Planifica y prepárate. Siempre que te sea posible anticipa los posibles escenarios de riesgo mediante el análisis y la planificación detallada. Recuerda tener un plan de contingencias y, sobre todo, documenta el proceso para poder aprender de él.
Mantente enfocado y controla tus impulsos. Es fácil dejarse llevar por el miedo o la ansiedad ante el riesgo. Sin embargo, el autocontrol es una de las piedras angulares del éxito. Recuerda enfrentarte al riesgo con claridad y enfoque, esto te permitirá tomar decisiones que, aunque desafiantes, seguro serán más efectivas.
Aprende, aprende, aprende. Cada vez que me he enfrentado a un riesgo, he aprendido algo nuevo que me ha ayudado a tomar mejores decisiones en el futuro. Recuerda reservar tiempo en tu agenda para aprender, para mejorar.
Por último, en una vida en la que convivimos con la adversidad, sé resiliente y mantente firme. Recuerda mantener la fortaleza interior y seguir adelante,
Como conclusión, tanto el riesgo como la incertidumbre son inevitables en nuestra vida personal y profesional. La clave está en cómo las afrontamos. A lo largo de los años, he aprendido que la incertidumbre, lejos de ser un obstáculo, es una puerta abierta a la innovación y el aprendizaje. Por otro lado, el riesgo, aunque desafiante, nos brinda la oportunidad de avanzar y crecer, siempre y cuando lo gestionemos con inteligencia y coraje.
Si adoptas estos comportamientos y competencias seguramente podrás navegar por la incertidumbre y el riesgo con mayor probabilidad de éxito.
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