Protagonistas
0
0,00 0 artículos

No hay productos en el carrito.

AccesoCrear cuenta

Protagonistas & Canal CEO: Transformadores cualitativos

|
16 enero 2025
|

Por María José Sánchez Yago, CEO Lidero. Liderar es atravesar tus emociones “negativas” y transformarlas en “positivas”, aquellas que fortalecen tu estado vital. Eso es ser un transformador cualitativo. ¿Y cómo hacerlo?

—¿Conoces gente enfadada con la vida? —pregunto de cuando en cuando a directivos con los que trabajo.

—Sí, mucha. Y en el mundo corporativo más —me contestan un altísimo porcentaje de las veces.

Y el diálogo continúa.

—¿Conoces a alguien sumergido en un estado de tristeza existencial?

—A unos cuantos, quizá hasta yo mismo —responden casi con alivio.

No voy a entrar ahora en las causas de esos estados. Lo que sí sé es que en mayor o menor medida van asociados a emociones tradicionalmente denominadas “negativas”. En palabras llanas, esas que no sacan tu mejor versión. Y aquí está el punto que quiero compartir: ¿qué hacer con estas emociones?

¿Qué hacer con las emociones negativas?

Hay quién dice que las emociones hay que abrazarlas, reconocerlas, dejarlas estar. Y esto, querido lector, se me antoja poco ambicioso, sobre todo si estamos hablando de liderar o de aspirar a tener una vida plena, por no hablar de productividad o resultados. Entonces, ¿cuál es la alternativa? Evidentemente las emociones hay que reconocerlas, si se reprimen te atrapan y cuando menos te lo esperas tu ego  —en versión salvador, justiciero o víctima— toma el control. Y a la vez, no conviene quedarse ahí. Liderar es atravesar tus emociones “negativas” y transformarlas en “positivas”, aquellas que fortalecen tu estado vital. Eso es ser un transformador cualitativo. ¿Y cómo hacerlo?

Primero, identifica tus emociones como quien mira un espejo, no te dejes absorber por ellas —el espejo no te juzga ni te critica, simplemente te muestra—. En segundo lugar, dale una pensada a la ganancia emocional. Si están ahí es que de alguna manera en el corto plazo te compensa actuar de determinada forma: tu impaciencia para dejar que el otro termine su frase te ahorra tiempo; tu cansancio acumulado en el trabajo te evade de afrontar los problemas en casa; tu irritación contenida marca un tono serio que estimula a los equipos; tu victimismo acumulado te lleva a justificar tus acciones cuestionables. Y podríamos seguir y seguir…

Si tus emociones negativas se mantienen, quieras aceptarlo o no, tendrán cierto coste. En algún momento la ganancia dejará de compensarte y ahí quizá sea mucho menos fácil cambiar. Por no mencionar que tampoco es fácil trabajar —¡y mucho menos convivir!— con alguien que está de mal humor, resentido, triste o con rabia contenida.

Estrategias transformadoras

En el corto plazo puedes plantearte maneras de mantener la ganancia con otras estrategias de comportamiento. Siguiendo con los ejemplos anteriores: que tu colaborador antes de despachar te mande un resumen ejecutivo, así le ayudarás a sintetizar; que te tomes una tarde libre para mirar tu situación en casa con perspectiva; que explores cómo puedes dar más contexto para que tus equipos se activen; o que busques salir de tu papel de víctima teniendo una conversación con alguien que no te dé la razón, sino que te espabile a dejar de culpar a otros y ponerte en marcha.

Y sabes de sobra que no basta con actuar en el corto plazo. Liderar tiene mucho que ver con crear cambios que tengan vocación de ser permanentes. Y cuando se trata de emociones, liderar es crear un estado de fortaleza interior, algo así como acumular energía transformadora para, cuando se presenten situaciones diversas, contribuir a transformarlas para mejor. Sin ser maniqueo en la vida hay dos opciones: o dejar que el exterior te impregne y sentir emociones al albur de las circunstancias o fortalecer tu estado interior para transformar ciertas emociones “negativas” en “positivas” y desde ahí contribuir a mejorar la realidad que nos toque vivir. ¿No debería ser esto parte del papel del CEO?

¿Y cómo se trabaja ese estado en el largo plazo? Desde mi experiencia, liderando cuatro movimientos internos naturales: de cuando en cuando tomar distancia y preguntarse “¿cómo me estoy sintiendo de verdad?”, dar claridad a mi sentir, a mi pensar. En otros momentos, dedicar espacio para conectar con mi yo original, esa parte de mí profunda y noble donde residen mis mejores cualidades —mi serenidad, mi amor a lo que hago, a un proyecto, a un compañero, a un propósito genuino, etc.—, para ser muy consciente de lo que me mueve y con qué me reconozco. En tercer lugar, para quién crea en Dios o en el sentido de trascendencia, experimentar esa bondad infinita que de alguna manera nos toca a todos y nos recarga la batería, dejar que la vida sea. Y en cuarto lugar, salir fuera, a los equipos, a la toma de decisiones, manteniéndose libre de influencias egoístas y reafirmando el compromiso de avanzar buscando el beneficio propio y ajeno.

Hoy en día se habla mucho de la necesidad del bienestar, de crear contextos que nos hacen estar bien; afortunadamente este aspecto está en las agendas de muchas corporaciones, grandes y no tan grandes. Pero para mí, liderar es ir todavía más lejos. Es ser un transformador cualitativo que trasciende la volatilidad de las emociones y busca la estabilidad con el bienser de la organización, de los equipos y de las personas. Es buscar ese estado de ser antes de hacer que marca la diferencia, que crea contextos de abundancia donde los resultados se multiplican y las personas crecen. Cualquier CEO tiene mucho que decir al respecto.

magnifiercrossmenucross-circle
linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram